Thursday, August 7, 2008

Lo “in” será vivir en las afueras

La tendencia a escapar de la ciudad acelerará el desarrollo del turismo inmob i l i a r i o.
En una visita a Cap Cana el año pasado, noté que cada vez más propietarios usaban su casa de veraneo como residencia definitiva, estimulados por la oferta complementaria y de servicios que se ha ido tejiendo en el dinámico mercado turístico e inmobiliario de Bávaro. O quizás habría que plantearlo al revés: el hecho de que cada vez más residentes/ vacacionistas se quedarán a vivir allí hizo que surgieran ofertas de servicios de primera categoría, como el centro médico Hospiten, The Cap Cana Heritage School, Plaza Bávaro y otros.
Como caso notorio, ya hace varios años que Julio Iglesias eligió su casa de Punta Cana como residencia principal, junto a su esposa Miranda y sus hijos, a pesar de poseer residencias en destinos de mayor fama en el mundo.
Sé de empresarios activos con importantes inversiones en La Romana y San Pedro de Macorís y ejecutivos de zonas francas que han elegido sus villas de Juan Dolio y La Romana como residencias definitivas para ellos y sus familias. También sé de banqueros semirretirados que pasan la mayor parte de su tiempo en sus villas de Casa de Campo y, por ende, menos tiempo en sus estancias de Santo Domingo.
Si estos no son casos representativos de una tendencia emergente del segmento más adinerado de la población dominicana, por lo menos estamos frente a un embrión que, especulo, irá tomando cuerpo más aceleradamente en los próximos años.
Entre los catalizadores de este nuevo estilo de vida habrá tenido que ver el acceso cada vez más fácil y rápido desde los suburbios al centro de la ciudad y viceversa, aprovechando la red de elevados, túneles y carreteras que ha ido conectando a la capital internamente y con las afueras.
Las home-oficces, la convergencia, el acceso remoto y la conexión permanente que posibilitan la tecnología, así como el trabajo intelectual que forma parte de la dinámica productiva del exclusivo nicho de compradores de casas de veraneo tiende a impulsar la conversión de la segunda vivienda en primera residencia.
Para nadie es un secreto que Santo Domingo se torna cada vez más inhóspito, por causa del esmog, el ruido, los tapones, el calor, los motoristas, los conchos, las plantas eléctricas, los políticos, los apagones, los delincuentes y los "limpiavidrios" y "parqueadores" que nos imponen sus "servicios".
Los remansos de paz de la capital han dejado de serlo: Naco y Piantini figuran entre los sectores donde más robos de vehículos se hacen, según datos ofrecidos recientemente por la Policía Nacional, mientras que los privilegiados de la Anacaona viven frente a un parque y una hermosa avenida que temen disfrutar.
Mientras tanto, sitios de playa que antes eran vistos como espacios para el turismo económico o para el disfrute de la clase trabajadora se han estado reinventando en los últimos años, para reposicionarse como mercados preferidos por los residentes en la capital que pueden comprar una segunda vivienda.
Es el caso de Juan Dolio, potenciado por las inversiones del Grupo Metro, Guavaberry y otros promotores inmobiliarios.
Iniciativas como la zona franca financiera que se desarrolla en Guayacanes, el Parque Cibernético, el Puerto Multimodal Caucedo y su eventual posicionamiento como centro de transporte marítimo regional atraerán nuevas familias nacionales y extranjeras para hacer de esta franja oriental el destino de su primera vivienda.
Las playas salvajes de Juan Dolio, Guayacanes y Talanquera serán domadas por el lujo y los avances de la arquitectura y la ingeniería.
Pronto ya no será un estigma sino un lujo vivir de “aquel lado”, por los menos en proyectos turístico-inmobiliario como el de Sans Soucí, donde se construirán torres residenciales, centros comerciales y un club de playa, entre otras facilidades.
Los bajos intereses que se pagan por los ahorros en la banca nacional, incluso en monedas fuertes, y la amenaza latente de la devaluación del peso impulsarán el auge del turismo inmobiliario como un refugio de la moneda, para blindar los recursos disponibles y rentabilizarlos.
La preferencia por vivir en casas de veraneo, en las afueras o en suburbios citadinos, ha empezado inicialmente en el Este, pero podría también tener una expresión modesta rumbo al Norte, a 20 minutos de la capital, en localidades que aunque no tienen playa, están dotadas de otras bondades naturales, como una vegetación exuberante, un clima noble y sinuosos arroyos y relieves.

VIVIR DE VACACIONES.
En el nuevo estilo de vida que vislumbro para unos pocos dominicanos, los adquirientes pasarán más tiempo en su “segunda” vivienda, que ya no sería usada sólo algunos fines de semana, sino durante la mitad de la semana o la semana completa.
Este movimiento incrementará el precio de la tierra de las zonas beneficiadas, pues necesariamente habrá de desarrollarse una oferta complementaria que tendría un alto impacto comunitario, por la creación de empleos, nuevos servicios y los programas de responsabilidad social que -esperamos- llevarían a cabo los promotores inmobiliarios.
Los baby boomers que aún aman estar cerca de las urbes y quisieran preservar la facilidad de acceso a sus países de origen podrían adquirir su primera /segunda vivienda en Juan Dolio, Guayacanes o Sans Soucí, por la proximidad al Aeropuerto Las Américas y las playas y los campos de golf de las inmediaciones.
Los dominicanos pudientes, de igual manera, tendrán en estos proyectos inmobiliarios una atractiva opción de ocio y negocio.
Para ellos, el “living resort lifestyle” será la nueva moda.
A los demás, nos quedará la jungla de cemento.

Fuente: Clave Digital 07/08/08

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