Celebrando el evidente éxito de esta singular aventura, quisimos reconocer la labor de estos titanes de la construcción en nuestro país, que creen en el desarrollo del turismo y apuestan por un futuro promisorio. Ellos son los pioneros de esta nueva cara de Juan Dolio, resultado de un esfuerzo de muchos años, de romper esquemas, de entregarlo todo, de invertir sus ahorros y sobre todo, su esperanza. Estos osados desarrolladores de la zona han visto convertido su sueño en una realidad palpable, que ha movilizado el desarrollo de esta, hasta hace poco olvidada playa, en muchas y variadas vertientes de negocios, y permitido evaluar proyectos impensables y para muchos, utópicos, que podrían sin dudas convertirla, según afirmara el Ingeniero Jesús Rodríguez Sandoval "en la ciudad satélite turística más deseada en la República Dominicana."
Enormes edificios, dotados de las más exquisitas terminaciones, entretenimientos y diversión, conforman hoy día la ribera este de la isla, en el pintoresco pueblo de Juan Dolio, a tan sólo 43 kilómetros de la ciudad capital. Con el atractivo adicional de campos de golf, clubes de playa, restaurantes, bares y situado en un privilegiado lugar con playas de impresionante arena blanca, las cuales han recibido el remozamiento y mantenimiento que necesitan para poder ser disfrutadas, Juan Dolio emerge con fuerza y decisión como un interesante y moderno estilo de turismo, donde la inversión y la diversión se conjugan armoniosamente, haciéndolo apetecible para la gran mayoría que busca en un solo lugar, reunir sus más anhelados sueños y sus más elementales y prácticas necesidades. Y es que esta oferta, aparentemente turística, ofrece sin embargo, la anhelada opción de disfrutar de un apartamento-vivienda permanente, al tiempo que disfruta de los encantos de un refugio de playa. Sus increíbles ventajas de cercanía a la ciudad de Santo Domingo, permiten que sea una inversión rentable, permanente, atractiva y aún asequible para aquellos con visión de futuro.
Apartamentos de una, dos y tres habitaciones, en diferentes edificaciones, todas con vista al mar, ofrecen un abanico de probabilidades de inversión, cuya demanda no se ha hecho esperar y ha sorprendido hasta a los más confiados desarrolladores. Un fenómeno que siendo sorpresa para muchos, ha generado la confianza de otros tantos que se han atrevido a continuar este estilo de negocio-placer, ofreciéndolo como opción, no sólo para dominicanos, sino para extranjeros que buscan un refugio propio o un lugar de retiro en paradisíacas islas como la nuestra.
Su crecimiento ha sido tal, que ha impregnado de una prisa sin pausa a todos aquellos desarrolladores inmersos en este tipo de construcción, a fin de responder a las crecientes demandas de clientes ansiosos por adquirir una vivienda en la zona, lo que ha generado sin dudas, la necesaria solidaridad de todos aquellos inversionistas del sector, para unir voluntades en la búsqueda de las mejores vías de desarrollo y la planificación en conjunto de las infraestructuras que demanda y demandará este crecimiento. Es así que nace la Asociación para el Desarrollo Turístico de Juan Dolio y Guayacanes, Inc., creada justamente con el objetivo de agrupar a las principales propiedades hoteleras de la zona y velar por el desarrollo del creciente turismo inmobiliario, el mejoramiento urbanístico que este conlleva y la mejoría del entorno, así como el incentivo de nuevas opciones de negocio en la zona.
Pero, si bien esta zona se ha convertido en la privilegiada ribera de la isla en lo que respecta a turismo inmobiliario, sus éxitos tienen la historia del esfuerzo de estos visionarios turísticos, por lo que es de justicia reconocer su valentía, los riesgos que corrieron en su aventura y las vicisitudes que transitaron en la búsqueda de sus sueños. Ellos triunfaron, y su triunfo es tan palpable y obvio como la multiplicación inusitada de nuevos proyectos, la plusvalía de los inmuebles y terrenos aledaños y la dinámica que exhibe su población. Y este hecho ha actuado como punto de partida, abriendo las compuertas de las oportunidades, multiplicándose las ofertas, sembrando la playa de modernidad y futuro, mientras el mar adulto y bravío del Caribe, abraza con ternura sus novedades.
Fuente: En Sociedad 28/08/08
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